¿Sabías que conocer el ojo dominante, nos ayuda a sentar a los niños en clase?
Así es. Cada persona puede tener el ojo derecho o izquierdo dominante y, estudiarlo en los niños, nos ayudará a saber si hay que ponerlo en la parte izquierda o derecha de la clase para que le ayude a su rendimiento.
En este post, comprenderás la importancia de ello. Comenzamos…
Es posible que tengas diferentes alumnos que no sabes dónde colocarlos, que se distraen con unos y con otros. Esperamos poder ayudar a que estos niños rindan mejor.
Antes de profundizar, ¿qué es el ojo dominante y por qué va a determinar esta posición?
Primero, debemos diferenciar entre ojo dominante y no dominante. A este último lo llamaremos ojo periférico.
El ojo dominante es el ojo por el que fijamos, el que se encarga de la visión más concreta y precisa. Es el ojo con el que miraríamos a través de un catalejo o con el que apuntaríamos con una pistola, si solo usamos un ojo para ello.
En cambio, el ojo no dominante o periférico, como su nombre indica, se encarga de percibir lo que tenemos alrededor, lo que hay en nuestra periferia.
Un ejemplo práctico. Cuando nos llega una pelota por un sitio al que no estamos mirando, el ojo periférico detectará esa pelota, y nos avisa… ¡que viene, cuidado! Es entonces cuando el ojo dominante fija rápidamente en la pelota y la apartamos o la cogemos (si somos rápidos visualmente).
Bien, pero, ¿cómo se traslada esto a un aula con 20 o 30 alumnos?
Imagina esta situación. Una alumna con dificultades académicas, Ana, tiene como ojo dominante el derecho y como ojo periférico, el izquierdo.
Sentamos a Ana en segunda fila, en la parte derecha de la clase.
En su lado izquierdo, tiene a sus dos mejores amigos: Mar y Fran, justo en el lado de su ojo periférico… ¿a qué estará pendiente Ana?
Efectivamente. A todo lo que le rodea, a Mar y a Fran. En cambio, su ojo derecho, el que debe fijar a la profesora, no tiene las mejores condiciones visuales.
¿Qué está fallando?
Su ojo periférico le está mandando continuamente estímulos, le está avisando: “¡Mira, Marta y Alex están jugando!”. Y lo hace continuamente… su atención disminuye, la visión está afectando a su rendimiento.
En cambio, si colocamos a Ana en el lado izquierdo de la clase, sin compañeros en su campo izquierdo, tendrá menos estímulos con los que distraerse. El ojo dominante es capaz de fijar y estar pendiente a la pizarra, a la profesora, etc.
Saber el ojo dominante no va a ser la varita mágica que cambie a un niño, pero siempre será de ayuda para, paso a paso, mejorar su rendimiento en el aula. Cualquier niño, con o sin dificultades de aprendizaje, puede rendir mejor si sus condiciones visuales son óptimas.
La visión nunca debe ser una barrera para un niño, siempre debe ser una ayuda.
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